Tras Anthony Bennett y Michael
Olowokandi, hoy repasaremos la carrera de otro (puede que el mayor) pufo en la
historia del draft. Se trata de Kwame Brown, seleccionado en primer lugar del
draft por Michael Jordan para sus Wizards como el pívot que dominaría la
pintura de la NBA los siguientes años.
Verano de 2001. Michael Jordan,
considerado por muchos el mejor jugador de la historia del baloncesto y uno de
los mejores deportistas de todos los tiempos, afrontaba su segundo verano como
Presidente Operativo de los Washington Wizards. El año anterior había
conseguido librarse de los lucrativos contratos de Juwan Howard y Rod
Strickland, hecho valorado por los aficionados de los Wizards. El 27 de junio
de 2001, Jordan contaba con la primera elección de un draft que contaba con
jugadores de la calidad de Pau Gasol, Tony Parker, Gilbert Arenas, Joe Johnson
o Tyson Chandler entre otros. Sin embargo, Michael iba a arriesgar y a apostar
por Kwame Brown, un ala-pívot de 2,11
que nunca llegó a jugar en la universidad.
Brown, que confesó al manager Wizard Doug Collins que si le elegían en primer lugar nunca se arrepentirían, promedió en su temporada de rookie 4,5 puntos y 3,5 rebotes por partido. Unos números lejos de los esperados para un jugador del que se esperaba dominará la zona NBA en esa década.
Su segunda temporada mejoró
ligeramente sus estadísticas, siendo su tercer año como jugador NBA su mejor
temporada en la liga norteamericana. 10,9 puntos y 7,4 rebotes de media, y
grandes partidos como el disputado ante los Sacramento Kings (30 puntos y 19
rebotes) hicieron a los Wizards seguir confiando en Brown, quien renovaría con
el conjunto de la capital estadounidense por cinco temporadas a razón de seis
millones de dólares cada una.
Tras su renovación, sus
actuaciones volvieron a ser mediocres a la vez que los problemas del jugador
con sus compañeros e incluso con su entrenador iban en aumento. Todo ello llevo
a que los Wizards decidieran traspasar al ala-pívot de Carolina del Sur.
Su siguiente destino fue Los Ángeles
Lakers, que recibieron a Brown a cambio Caron Butler y Chucky Atkins. Sus
actuaciones en el equipo angelino fueron bastante discretas, con un rol en el juego del equipo muy secundario.
Tras la lesión de Mihm, Brown ocupó la titularidad como pívot Laker en los
playoffs de 2006, mejorando notablemente su rendimiento.
Esta mejora fue recompensada por
Phil Jackson, que otorgó a Brown la titularidad en la siguiente temporada. Sin
embargo las lesiones, los escándalos extradeportivos (acusación de violación y
arresto por interferencia en caso policial) y la irrupción del jovencísimo pívot
Andrew Bynum relegaron a Kwame de nuevo al banquillo angelino.
En febrero de 2008, con un papel irrelevante
en la rotación de los Lakers, Brown fue traspasado (junto a otros jugadores) en
uno de los intercambios más sonados de la década a los Memphis Grizzlies a
cambio de Pau Gasol. Su andadura en los Grizzlies fue testimonial, ya que su
contrato no fue renovado convirtiéndose en agente libre.
El verano de 2008 Brown firmo un
contrato con los Pistons, equipo en reconstrucción tras haber ganado el anillo
un par de temporadas antes. Brown volvió a fracasar y a cambiar de equipo marchándose
en 2010 a los Charlotte Bobcats, donde se reencontraría con Michael Jordan. Un
nuevo fracaso, y un nuevo cambio de aires. Las siguientes temporadas deambularía
por la liga en los Warriors, los Bucks y los 76ers, equipo que prescindió de
Brown el pasado noviembre.
Aún es pronto para saber si
volveremos a ver a Kwame Brown otra vez sobre una cancha de la NBA. Lo que es
seguro es que jamás veremos en su persona ese dominio que si vio en el Jordan
cuando lo eligió en primera lugar en el draft de 2001. Lo que sí está claro, y
hay que reconocer a Kwame Brown (o a su agente) es su habilidad para negociar
contratos. En sus doce temporadas en la NBA, en las que ha promediado 6,6
puntos por partido, el pívot de Carolina del Norte ha amasado 64 millones de dólares
a través de los diferentes contratos firmados por los equipos por los que ha
pasado.
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